Es poco probable que el ferrocarril que irán quiere tender hacia Europa pase por Armenia.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev hizo una visita a Irán el 23 de febrero, donde firmó una serie de acuerdos. Pero el más importante de ellos parecía ser el documento sobre la fusión de los ferrocarriles de Irán y Azerbaiyán que algunos en Bakú ya llamaban "la derrota persa de [el presidente de Armenia, Serge] Sargsyan".
Ese documento, al final, habla de complementariedad, pero no avanzó, por lo menos públicamente, en un acuerdo estratégico.
Es de recordar que Irán había organizado una especie de competencia entre Armenia y Azerbaiyán, dando a entender que la comunicación con Europa y Rusia podría establecerse ya sea a través de Armenia o de Azerbaiyán.
Esto causó ciertos movimientos en ambos países del sur del Cáucaso.
La semana pasada, el presidente de Armenia Serge Sarkisian convocó a consultas sobre perspectivas del desarrollo de las relaciones con Irán. Entre las zonas más idóneos para la cooperación señaló aumentar la capacidad de suministro de energía eléctrica a Irán, así como la oferta para convertirse en una plataforma fiable para el capital occidental que quiere invertir en Irán.
Pero no habló mucho sobre las líneas férreas y el capital necesario que se necesita para tender las mismas hacia Irán, una empresa que, hasta ahora, nadie está dispuesta a financiar.
En Armenia, en las últimas semanas, ya se hablaba de que la vía férrea a Irán era un proyecto demasiado caro, que no atraería inversiones. Como una especie de preludio al anuncio fatídico que el ferrocarril pasaría por Azerbaiyán.
En lo que respecta a Azerbaiyán, técnicamente el ferrocarril con Irán aún tiene que ser completado y también hay que construir un puente entre ambos países en Astara, cuya construcción ya lleva años planeada y demorada. Políticamente, se sabe que la lentitud en parte es por la falta de interés económico en Irán.
La realidad es que estos ferrocarriles con Azerbaiyán se planearon para vincular a Irán con Rusia, con la que Teherán podría estar fácilmente comunicada a través del Mar Caspio. Lo que Irán le gustaría realmente es tener una ruta de acceso a la costa europea del Mar Negro, y la ruta más corta corre a través de Armenia y Georgia.
Y aquí está el problema. Desde hace muchos años Azerbaiyán y Turquía llevan a cabo una política de bloqueo contra Armenia y hacen todo lo posible para que Irán y Armenia no desarrollen cooperación bilateral alguna que implique cambiar el esquema logístico de la región.
Políticos y expertos no excluyen que Azerbaiyán ya haya llegado a un acuerdo con Irán y que el ferrocarril hacia Europa pase, finalmente, por territorio azerí tumbo a Georgia.
Sin embargo, Irán no termina de confiar en los turcos de Turquía y Azerbaiyán. Un poco por religión (los persas eran chiitas, mientras que los turcos eran sunitas) y otro por historia, ya que Persia y el Imperio Otomano vacilaron durante milenios entre la convivencia y la guerra abierta.
En este tablero de jugadas diplomáticas regionales, Irán ya comenzó hace meses a alegar que los problemas regionales serían de fácil resolución si Armenia y Azerbaiyán terminara pacíficamente el tema de Nagorno Karabaj, lo que implicará desbloquear las comunicaciones, activando así el ya existente ferrocarril armenio-iraní que pasa por el enclave azerbaiyano de Najichevan.
Por lo visto, Irán sabe que las vías de comunicación y los acuerdos de paz van de la mano en el Cáucaso.
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