La semana pasada, un informe sobre cómo la administración de Donald Trump debería construir un diálogo político con Turquía fue publicado...
La semana pasada, un informe sobre cómo la administración de Donald Trump debería construir un diálogo político con Turquía fue publicado en la página web del Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente. Los autores de este trabajo son James F. Jeffrey, el ex embajador estadounidense en Turquía durante la presidencia de George W. Bush (2008-2010), y Soner Cagaptay, el director del Programa de Investigación de Turquía en el Instituto Washington.
Recomendaciones de los autores cubren una amplia gama de cuestiones geopolíticas que Estados Unidos y Turquía deben resolver mediante la unión de sus esfuerzos.
Es de destacar que el Sr. Jeffrey y el Sr. Cagaptay marcan la necesidad de que la administración de Trump garantice el no reconocimiento del genocidio armenio como condición esencial para la restauración de la confianza entre los EE.UU. y Turquía. En particular, los autores escriben: "Por otra parte, los Estados Unidos puede garantizar en silencio a Turquía que la resolución sobre el genocidio armenio en el Congreso no pasará. Esto siempre ha sido fundamental en la relación y la mayoría de los turcos se interesan profundamente en el tema".
No hay duda de que los autores no tienen como único objetivo influir en el desarrollo de la política exterior de la nueva administración para Turquía, sino también buscan recordar que la cuestión armenia puede tener un impacto negativo en las relaciones bilaterales.
Ciertamente, los representantes de los grupos de presión pro-turcos puedan desarrollar sus propias recomendaciones para las relaciones exteriores entre Washington y Ankara. Esta es una práctica normal de los grupos de presión. Sin embargo, los autores, al hablar de la necesidad de bloquear el reconocimiento del genocidio armenio, caen en una serie de errores graves.
En primer lugar, esta pregunta es un asunto interno de los Estados Unidos. No hay que olvidar que el requerimiento de reconocer los acontecimientos históricos de 1915 a 1923 en el Imperio Otomano proviene de los millones de ciudadanos de los Estados Unidos y es puramente humanitaria. Los armenios estadounidenses no requieren que Washington oficialmente tomen alguna medida contra Turquía.
Por otra parte, los representantes de las relaciones armenio-estadounidenses siempre han hecho hincapié en que el reconocimiento del genocidio armenio por parte de Estados Unidos y Turquía será una buena señal y permitirá el establecimiento de un diálogo entre Armenia y Turquía en el futuro. Por desgracia, las autoridades turcas convirtieron la cuestión armenia en un instrumento de chantaje político y de intimidación.
En segundo lugar, es una recomendación incorrecta al presidente de Estados Unidos la de que influya en el Congreso para impedir el paso de la resolución sobre el Genocidio. Esto no es sólo es una injerencia en los asuntos internos de un país soberano, sino también un llamado al poder ejecutivo para que ejerza presión sobre los legisladores, lo que no dejará de suscitar la indignación de los ciudadanos americanos.
En cuanto a la cuestión armenia, me gustaría dar una visión alternativa a la próxima administración. Durante la Guerra Fría, Turquía fue considerado uno de los aliados estratégicos más importantes en el formato bilateral y en el marco de la OTAN. Sobre la base de consideraciones prácticas, la Casa Blanca y los líderes de ambos partidos en el Congreso cree que una discusión abierta sobre la cuestión armenia podría causar una reacción negativa de Turquía. La situación cambió en 1974, cuando Turquía envió tropas al territorio de Chipre. En respuesta a este acto de agresión, el Congreso declaró un embargo de armas a Turquía.
Una serie de otros eventos condujo a un enfriamiento grave de las relaciones entre Estados Unidos y Turquía. Luego Washington no impidió la adopción de la Resolución N ° 148 en el "Día de la Memoria de las víctimas de crímenes inhumanos".
De acuerdo con la resolución aprobada, el 24 de abril fue proclamado oficialmente el día de recuerdo de las víctimas del genocidio armenio. Por lo tanto, los Estados Unidos en ese momento se convirtió en el único país del mundo cuyo presidente se dirigió oficialmente al pueblo armenio cada 24 de abril.
En 1978, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, utilizó el término "genocidio" por primera vez en su declaración para describir los acontecimientos de 1915 a 1923 en el Imperio Otomano. Carter señaló que, mientras se prepara para el encuentro con la comunidad armenia, pasó mucho tiempo en la habitación Roosevelt estudiado cuidadosamente los documentos relacionados con la historia de los armenios. El presidente dijo que estaba impresionado por la fuerza de voluntad y el talento de la gente de Armenia y cómo los armenios como ciudadanos de Estados Unidos habían hecho una enorme contribución al desarrollo del país. Carter dijo que no mucha gente sabía que unos pocos años antes de 1915, se realizó un esfuerzo deliberado para destruir al pueblo armenio.
Al final de su discurso, afirmó que el genocidio armenio fue una de las tragedias más grandes que aconteciera contra cualquier grupo de personas, y que un ensayo similar al de Nuremberg se llevó a cabo por esos delincuentes.
En el primer año de su presidencia, Ronald Reagan demostró el apoyo a la comunidad estadounidense de origen armenio en el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio. En su proclama Nº 4838 del 22 de abril de 1981, Reagan comentó que Estados Unidos estaba al tanto del hecho y entendía que un gobierno criminal había cometido actos inhumanos de genocidio y di9jo que ese estado debe reconocer su pasado y arrepentirse por ello. Reagan dijo que había una deuda eterna de toda la humanidad hacia los que habían experimentado estos horrores. Instó a la comunidad internacional a recordar las lecciones del Holocausto, así como del genocidio armenio, el genocidio subsiguiente de los camboyanos, y numerosas persecuciones contra otras naciones, que nunca deberían ser olvidados.
El 11 de abril, en 1985, el líder de la mayoría republicana - el senador Robert Dole - introdujo la Resolución N ° 247 en el "Día de la Memoria del Genocidio armenio en el Imperio Otomano" al Congreso. La audiencia en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes fue un éxito, y el presidente del Consejo O'Neill puso una resolución a una votación general. Turquía amenazó que, en caso de adopción, se negaría a comprar once aviones estadounidense Boeing y beneficiaría la compra de aviones al consorcio europeo Airbus Industries. Por otra parte, Turquía afirmó que dejaría de prolongar la Defensa Acuerdo de Cooperación Económica.
El presidente Reagan aseguró al primer ministro de Turquía Ozal que su administración se comprometía a mantener un elevado nivel de relación con Turquía. El presidente de Estados Unidos también dijo que la mayoría en el Congreso la tenían los demócratas, a los que no podía influir. Independientemente de las explicaciones lógicas dado por la Casa Blanca, la parte turca no ocultó su irritación. Ankara afirmó de nuevo que prepararía la revisión del acuerdo entre Estados Unidos y Turquía en cooperación militar y económica. América, que en ese momento estaba pasando por un período de difíciles relaciones con Grecia, estaba a punto de perder el acceso a sus bases militares en Turquía. Fue por esa razón que la secretaria de Estado de los EE.UU. Schulz llegó a las negociaciones sobre la extensión del acuerdo en Ankara.
Tratando de evitar el reconocimiento del genocidio armenio, los grupos de presión pro-turcos interfirieron en el proceso electoral. Por lo tanto, Ankara y sus grupos de presión realizaron una campaña contra Mike Dukakis, un político origen griego que era el candidato del Partido Demócrata en las elecciones presidenciales de 1988. También se opusieron a George Deukmejian, de etnia armenia al cargo de gobernador de California, que fue considerado por George Bush para el cargo del vicepresidente de Estados Unidos.
Durante su campaña electoral, los presidentes Bill Clinton, George W. Bush, y Barack Obama hablaron de la necesidad de decir la verdad sobre el genocidio armenio al más alto nivel. Sin embargo, al estar en la oficina oval, rompieron sus promesas por temor a estropear las relaciones con Turquía.
Estos ejemplos de la historia muestran que las autoridades turcas y los grupos de presión pro-turcos siempre han utilizado tácticas de intimidación cuando se trata de la cuestión armenia. Donald Trump se presenta a sí mismo como un líder que va a proteger los intereses de América y los americanos. En este caso, el nuevo presidente y su administración no deben permitir que Turquía interferirá en los asuntos internos de los Estados Unidos.
Por otra parte, las declaraciones de Turquía que la adopción de una resolución que reconozca el genocidio armenio puede dañar las relaciones con los EE.UU. están muy exageradas. Hoy en día, las leyes sobre el genocidio armenio han sido adoptadas en más de veinte países de todo el mundo, incluida Rusia, Francia y Alemania.
Con el reconocimiento ruso del genocidio armenio, ¿Hubo un impacto en sus relaciones bilaterales con Turquía? Ankara tradicionalmente ha protestado y amenazado con el deterioro de las relaciones. Sin embargo, en la realidad, estamos asistiendo a un desarrollo activo de las relaciones ruso-turcas en los sectores políticos, económicos, comerciales, turísticos y energéticos.
Había un escenario similar con respecto a las relaciones turco-francés cuando París reconociera oficialmente el genocidio armenio. Por cierto, Francia y Alemania, siendo aliados de la OTAN de Turquía, tomaron sus propias decisiones políticas internas sin temor a las amenazas de Ankara.
En este sentido, la nueva administración debe expresar claramente su posición sobre la cuestión armenia y no debe tener miedo a las amenazas de Turquía y sus grupos de presión. De todos modos, el presidente Trump tiene dos maneras de resolver este problema. Puede continuar con la política de negar el genocidio armenio (al igual que Bush y Obama), o puede elegir un camino diferente y convertirse en el presidente que tuvo el valor suficiente para restablecer la justicia histórica.
Espero que Trump elija el camino de Ronald Reagan en lugar de la de Barack Obama.
Areg Galstyan, Ph.D., es un colaborador habitual de The National Interest, Forbes y The Hill y jefe del Centro de Investigación "Estudios de América".
COMMENTS