Hay un camino pavimentado con piedras pequeñas entre el castillo de Sasno y la aldea de de Kahkig. Dicen que el camino fue construido por ...
Hay un camino pavimentado con piedras pequeñas entre el castillo de Sasno y la aldea de de Kahkig. Dicen que el camino fue construido por el legendario Mher el Joven, hijo de David de Sassoun y Handut Khatun .
Durante siglos, Armenia luchó con los reinos vecinos por su independencia. Los titanes y los héroes de los cuentos épicos nacionales representan el espíritu rebelde de la nación armenia. Pero los textos antiguos no son el único lugar en el que han dejado su huella: hasta las montañas y los senderos rocosos recuerdan sus poderosos pasos.
Mher el Joven nació cuando su padre estaba en Gurjistan donde había ido por una semana, pero terminó quedándose por siete largos años. Mher maduró a pasos agigantados y pronto se convirtió en un guerrero gigante. Cuando se dio cuenta de su fuerza ensilló a Jalali, su caballo de confianza y se fue de casa.
Un día conoció a un gigantesco guerrero en uno de los caminos montañosos. Mher convocó al guerrero a un combate de lucha libre y éste aceptó el desafío. Poniendo a un lado espadas y lanzas, combatieron cuerpo a cuerpo. Durante mucho tiempo lucharon igualmente bien, pero al final, Mher logró levantar el enorme guerrero y lanzarlo al suelo con tanta fuerza que incluso las montañas temblaron.
En ese momento, el soldado caído vio el brazalete en el brazo de Mher, se quitó el casco, y le susurró: "¿Es usted Mher el Joven, nieto de Mher el Viejo?". "¡Padre!", gritó Mher entre lágrimas cayendo de rodillas.
Pero David de Sassoun fue incapaz de soportar la vergüenza de su derrota. Maldijo a su hijo por levantar la mano a su padre. "Que seas inmortal y sin hijos!", gritó.
En su vida, Mher el joven logró muchas hazañas, incluso derrotó a los espíritus malignos, pero fue incapaz de ayudar a todos los necesitados. Hacia el final de su vida se hizo tan pesado que la tierra ya no podía soportar el peso de Mher el joven; y él y su caballo se hundieron en el suelo. Entonces Mher el joven construyó un hermoso camino de piedras de pedernal y basalto en el que podía caminar sin hundirse.
Y cuando sintió que disminuía su fuerza, fué a la tumba de su padre y su madre para pedirles ayuda y consejo. En ese momento, el espíritu de su padre finalmente lo perdonó.
Cuando el joven Mher llegó al final de su larga vida, todavía no tenía hijos, pero perdonado y sereno.
Durante siglos, Armenia luchó con los reinos vecinos por su independencia. Los titanes y los héroes de los cuentos épicos nacionales representan el espíritu rebelde de la nación armenia. Pero los textos antiguos no son el único lugar en el que han dejado su huella: hasta las montañas y los senderos rocosos recuerdan sus poderosos pasos.
Mher el Joven nació cuando su padre estaba en Gurjistan donde había ido por una semana, pero terminó quedándose por siete largos años. Mher maduró a pasos agigantados y pronto se convirtió en un guerrero gigante. Cuando se dio cuenta de su fuerza ensilló a Jalali, su caballo de confianza y se fue de casa.
Un día conoció a un gigantesco guerrero en uno de los caminos montañosos. Mher convocó al guerrero a un combate de lucha libre y éste aceptó el desafío. Poniendo a un lado espadas y lanzas, combatieron cuerpo a cuerpo. Durante mucho tiempo lucharon igualmente bien, pero al final, Mher logró levantar el enorme guerrero y lanzarlo al suelo con tanta fuerza que incluso las montañas temblaron.
En ese momento, el soldado caído vio el brazalete en el brazo de Mher, se quitó el casco, y le susurró: "¿Es usted Mher el Joven, nieto de Mher el Viejo?". "¡Padre!", gritó Mher entre lágrimas cayendo de rodillas.
Pero David de Sassoun fue incapaz de soportar la vergüenza de su derrota. Maldijo a su hijo por levantar la mano a su padre. "Que seas inmortal y sin hijos!", gritó.
En su vida, Mher el joven logró muchas hazañas, incluso derrotó a los espíritus malignos, pero fue incapaz de ayudar a todos los necesitados. Hacia el final de su vida se hizo tan pesado que la tierra ya no podía soportar el peso de Mher el joven; y él y su caballo se hundieron en el suelo. Entonces Mher el joven construyó un hermoso camino de piedras de pedernal y basalto en el que podía caminar sin hundirse.
Y cuando sintió que disminuía su fuerza, fué a la tumba de su padre y su madre para pedirles ayuda y consejo. En ese momento, el espíritu de su padre finalmente lo perdonó.
Cuando el joven Mher llegó al final de su larga vida, todavía no tenía hijos, pero perdonado y sereno.
Las 100 leyendas de Ararat es una antología gráfica y colorida de las tradiciones milenarias del pueblo armenio, interpretadas por los escritores y artistas modernos que ilustran cada una de las “100 leyendas de Armenia”, un libro editado por la fábrica de coñac Ararat
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