Algunas de las muchas personas desaparecidas desde la guerra de Nagorno-Karabaj. Foto de R. Pollard En 1994 fue declarado un alto el...
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Algunas de las muchas personas desaparecidas desde la guerra de Nagorno-Karabaj. Foto de R. Pollard |
En 1994 fue declarado un alto el fuego en
la guerra de Nagorno-Karabaj, que proporcionó un muy necesaria respiro a la
matanza que tuvo lugar en la región durante los últimos 6 años.
Los políticos han seguido hablando desde el
cese de actividades, intentado darle a este conflicto una resolución final. Sin
embargo, un acuerdo de paz definitivo no es algo cercano, halla mucho más
cerca, con ambos lados gastando una gran proporción de sus presupuestos
públicos en pertrechos militares y mano de obra, como una demostración de
fuerza.
En los últimos 17 años, las 150.000
personas de la República de Nagorno-Karabaj poco a poco han reconstruido la
infraestructura de sus ciudades principales, regresándoles una cierta
apariencia de normalidad a sus vidas diarias.
La guerra trae muerte y cada uno es una
tragedia personal para las familias involucradas, y desde entonces siempre se
acuerdan del orgulloso miembro de la familia que fue a luchar por su país. El
acto del recuerdo nunca se disipa; es ayudado por el cierre del duelo y el
conocimiento de la ubicación del lugar del descanso final; un punto, en algún
lugar, para que los sobrevivientes hagan frente a sus pensamientos y emociones.
La guerra moderna es generalmente cubierta
por convenios internacionales y enfrenta procedimientos posteriores a los
conflictos con el regreso de los prisioneros de guerra. La guerra de
Nagorno-Karabaj no era perfecta o convencional y ambas partes estuvieron
involucradas en el intercambio y tráfico de personal para lograr la liberación
de sus soldados, muertos o vivos. Esto convirtió el teatro de guerra en un
bazar para el comercio de productos básicos.
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De izquierda a derecha, Eduard Grigoryan, Lena Grigoryan y Rosa Avagyan. Foto de R. Pollard |
La familia Grigoryan de Stepanakert, ha
sufrido, como muchos compatriotas, el constante bombardeo y de los
francotiradores de las tropas azeríes en su patio trasero de su pequeña casa.
Alrededor de ellos, los edificios y la vida estaban siendo destruidos, los
vecinos estaban recibiendo noticias de los militares de la triste pérdida de
sus hombres, los cuerpos estaban siendo repatriados y los funerales se llevaban
a cabo.
En 1994, su hijo Felix, era un hombre joven
de 23, un músico consumado, con grandes perspectivas. Estaban esperando a su
vejez; y ellos sabían que su hijo estaría allí para cuidar de ellos. Él era
parte de una unidad de siete hombre que lleva a cabo una operación cerca de
Fizuli (parte de Azerbaiyán ocupado) cuando, un día, desapareció sin dejar
rastro. La limitada investigación no
pudo confirmar si había muerto o había sido capturado, no había pruebas, sólo
el hecho de que nunca regresó a su casa.
Mientras que sus vecinos reconstruyeron sus
vidas, ellos siguen sintiéndose vacios pero llenos de esperanza. Todas las
posibilidades imaginables de lo que puede haberle ocurrido, representa una
oportunidad para el retorno. En una ocasión recibieron una misteriosa llamada
de un hombre que anunció que iba a visitarles en breve, y que iba a ser
reconocido por ellos. Cruelmente, todo el episodio resultó ser un error.
Sus sueños son regularmente salpicados por
situaciones en las que su hijo vuelve a su casa sólo para ser arrebatado de
nuevo y la realidad salta a la superficie y oscurece sus días.
La imagen blanco y negro de su apuesto hijo
siempre está presente, congelada, para que sus orgullosos padres le recuerden a
él y a su sacrificio, pero no hay donde colocar las flores o visitarlo.
Hay más de 700 historias más como la de
Grigoryan, y es muy probable que una parte de estos hombres estén muertos. Sin embargo,
aún las posibilidades más siniestras son una realidad. Existen pruebas (he visto
el original de una carta) de que hay personas que se las llevaron a Azerbaiyán,
en contra de su voluntad, y que piden rescates por su liberación.
También existen opiniones que los hombres
armenios, capturados en Azerbaiyán, han tenido que tomar medidas para salvarse
e se integraron dentro de la vida azerí y que ahora se sienten demasiado
avergonzados para volver.
La falta de correctos documentos de
identidad significaría no obtener un pasaporte o regularizar las finanzas, lo
que neutralizarían los componentes necesarios para un regreso a Armenia.
El Gobierno de Nagorno-Karabaj no han
tenido el tiempo ni los recursos para investigar estos casos, y aunque hay un
Centro de Personas Desaparecidas en Stepanakert, esto no está adecuadamente
financiado o no tiene recursos; y es más un museo que un centro serio de
investigación.
La trata de personas y el intercambio de
los soldados durante y después de la guerra, era una realidad, y el buen
trabajo de Albert Voskanyan a quien conocí en Stepanakert permitió la liberación
de 500 hombres y 150 cuerpos, trabajando directamente con los azeríes. En un
entorno tan caótico que esta guerra precipitó, la clara rendición de cuentas de
todo el personal parecía ser un accidente,
y la trágica consecuencia de algún ser inevitablemente perdido, una
realidad
Mientras Grigoryan siga esperando, tenga
esperanza y ore por el regreso de su hijo, otras 700 familias están sufriendo
el mismo suplicio y alguna "aguja" de información en este
"pajar" confuso, se hace año tras año más difícil de encontrar.
Traducido en exclusiva al español del blog del periodista y fotógrafo Ruseell Pollard.
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