En el desastre del Titanic, los armenios proporcionaron su cuota de pasajeros desafortunados. Seis armenios de región Keghi, de la o...
En el desastre del Titanic, los armenios proporcionaron su cuota de pasajeros desafortunados.
Seis armenios de región Keghi, de la ocupada armenia occidental, viajaron a Marsella para tomar su plaza en el Titanic. Ellos fueron: Zakarian Haroutioun (35 años), Zakarian Mamprè (22), Neshan Krikorian (22), Sarkis Mardirosian (21), Davit Vartanian (20) y Arsen Siraganian (20). Los cinco primeros eran hombres casados.
Sólo Krikorian Neshan y
Vartanian Davit se salvaron.
En la EnciplocpediaTitanica se puede encontrar la ficha de cada uno de ellos. Pero sólo dos de sus
historias fueron reflejadas por los medios. Una, la de Neshan Krekorian, fue
tratada por Daisy Sindelar en Radio Liberty; y la de Davit Vartanian, escrita
para Armenian Weekly, por Betty Apigian Kessel. Son muy buenos relatos, pero la
tiranía del tipo de medio los deja a medio camino de un relato ejemplar.
Tal vez alguien, alguna
vez, decida llevarlo al cine o mejor, reescribirlas.
| De los turcos al Titanic: Un fatídico escape armenio. Por Daisy Sindelar
Neshan Krekorian tenía apenas unos veinte años cuando su padre le instó a emigrar desde Armenia occidental y comenzar una nueva vida lejos, a través del Océano Atlántico.
Miles de armenios estaban haciendo lo mismo, en un intento por escapar de la creciente violencia y persecución a manos de los turcos otomanos de la época.
Así Krekorian huyó, haciendo su camino a través de Europa y compró un boleto de tercera clase en lo que resultaría un fatal viaje por mar.
"Su padre le dijo que dejara el país y buscara una nueva vida en Canadá y que esperaba que llevara a sus hermanos", dice el nieto de Krekorian, Van Solomonian.
“Él tenía dos hermanos menores que quedaron atrás. Mi abuelo se reunió con otros cuatro compatriotas de la Armenia turca de Keghi, que era la zona en que él vivía. Y llegaron a Francia en Cherbourg, y por puro destino subió al 'Titanic' “.
Krekorian fue uno de los más de 700 pasajeros de tercera clase a bordo del viaje inaugural del famoso trasatlántico.
Los inmigrantes procedentes de las Islas Británicas, Escandinavia, Europa del Este y Oriente Medio pagaron el equivalente de 1.000 dólares por un billete de tercera clase, que les daba derecho a los modestos camarotes para dormir y para comer en el comedor de tercera clase durante la duración de un viaje que duraría una semana.
"Un estremecimiento y un ruido sordo"
Pero las cosas tomaron un giro para las cinco peores noches del viaje. Cerca de la medianoche del 14 de abril, el buque chocó contra un iceberg en el Atlántico Norte y poco a poco comenzó a hundirse. De acuerdo con Solomonian, su abuelo y algunos de sus compañeros de viaje de tercera clase se estaban preparando para una partida de cartas cuando escucharon "un estremecimiento” y "un ruido sordo".
"Sabía que algo había sucedido, pero no sabía muy bien qué", dice Solomonian. "El problema con los pasajeros de tercera clase era que ellos estaban encerrados en realidad bajo sus cubiertas, ya que en los reglamentos de ese tiempo se requería que los pasajeros de tercera clase estuvieran aislados de los de primera y segunda clase.
Él y algunos otros hombres tuvieron que romper una cerradura de la cadena para llegar hasta los pisos superiores. Mi abuelo terminó en el barco 10. El barco estaba siendo bajado y literalmente acababa de saltar por la borda y, básicamente, salió con él".
Muchos pasajeros de tercera clase no eran tan afortunados. Más de dos tercios de los poseedores de boletos de tercera clase se hundieron con el barco, muchos de ellos porque no pudieron llegar a las cubiertas superiores.
De las aproximadamente 2.200 personas a bordo, sólo 700 sobrevivieron, la mayoría de ellos viajeros de primera y segunda clase.
Krekorian finalmente se dirigió a Canadá, en última instancia, estableciéndose en la ciudad de St. Catherine, en Ontario.
Él nunca olvidó el horror
Trabajando en la fundición en la planta local de General Motors, ganó el dinero suficiente para honrar el deseo de su padre y traer a sus hermanos menores a Canadá, donde ayudó a fundar la Iglesia armenia de la ciudad, siendo la primera de su tipo en ese país.
Solomonian dice que es posible que los hermanos de su abuelo se enteraran de su terrible experiencia en el "Titanic" recién cuando llegaron a Canadá.
Cuando Krekorian murió, a la edad de 89 años, uno de sus hermanos se acercó a la tumba y le susuró a Neshan su gratitud por haberlo sacado de Keghi.
Solomonian, que creció en St. Catherines y ahora vive en Toronto, recuerda a su abuelo como un hombre tranquilo que hablaba poco de inglés y que con frecuencia, sostenía entre sus dedos el tradicional rosario de cuentas de Armenia.
Krekorian rara vez hablaba de sus experiencias en el malogrado "Titanic". Solomonian recuerda haber oído sólo fragmentos breves de los recuerdos de su abuelo, de los pasajeros desesperados pidiendo ayuda a gritos y hundiéndose a sus muertes en las aguas heladas. Pero lo cierto es que Krekorian nunca olvidó el horror de ese día:
"Nunca subió a un barco de nuevo en su vida", dice su nieto. "No sabía nadar".
En St. Catherine tenían una bonita playa en el lago Ontario, y cuando la familia iba allí para un picnic de domingo, nunca, jamás se acercaba al agua. "Supongo que eso habla del trauma que vivió. Nunca superó ese miedo".
Publicado originalmente por rferl.org/ Traducido por SoyArmenio.com
| Sobrevivir el Titanic. La saga de Davit Vartanian. Por Betty Apigian Kessel Davit Vartanian fue uno de los cinco jóvenes armenios que se dirigían al mundo libre por la libertad y la oportunidad de ganar dinero para enviar a sus seres queridos en Tzermag, Keghi en la histórica Armenia. Su desgracia fue que, como pasajeros de tercera clase, estaban destinados a las entrañas de la malograda e "insumergible" Titanic. Los hombres eran cristianos devotos, impulsados por sus padres a salir de su patria para escapar a la persecución posterior de los turcos. Si hubieran permanecido, su sino como armenio habría sido sellado al ser tomado por el ejército otomano para ser asesinado. Pero su destino fue catalogado como Brantford, Ontario, Canadá, donde otros paisanos ya estaban viviendo en las comunidades armenias y trabajaban en las fundiciones. Un nuevo comienzo esperanzador para los cinco jóvenes armenios llegó a un abrupto fin cuando el Titanic, en su viaje inaugural a Nueva York, chocó contra un iceberg, y comenzó la conmoción de subir a los escasos botes salvavidas. De los cinco armenios, los dos que sobrevivieron fueron Davit Vartanian, de 22 años, y Krekorian Neshan, 25 años, quien finalmente se estableció en St. Catherines, Ontario y murió en 1978 a los 92 años. El cuerpo de Zakarian Maprieder, de 26 años de edad, fue recuperado de las aguas heladas y enterrado en el cementerio de Fairview, en Halifiax, Nueva Escocia. Arsun Sirayanian, de 22 y Artun Zakarian, de 27 años, también perecieron en el Atlántico en aquella terrible noche del 15 de abril de 1912. De acuerdo con su hija Rose, Davit Vartanian dejó Tzermag poco después de su matrimonio con María en 1911, pero no antes de aprender por sí mismo a nadar en una pequeña cala cerca de su casa en la aldea de Oror. Los recién casados no tenían idea de las pruebas y tribulaciones que les deparaba el futuro para ellos, pero que, milagrosamente, acabaría en su reencuentro años más tarde. En una reciente conversación con Rose y su hijo Greg Vartanian de Dearborn, Michigan, recapitulando la historia de la supervivencia aterradora de Davit, trajo de nuevo a la realidad los acontecimientos horripilantes de hace 94 años. Davit murió en 1966 en el área metropolitana de Detroit después de ubicarse aquí con María desde su casa anterior en Meadeville, Pensilvania Davit, nieto de Greg, lo cuenta así: "Los que están en tercera clase tuvieron que romper las barreras con el fin de escapar de las heladas aguas que llenaban la nave. Hubo gritos y confusión por todas partes. Y mi abuelo saltó del barco que se hundía velozmente, nadando hacia un bote salvavidas, donde le golpeaban las manos para mantenerlo fuera y nadó furiosamente para mantenerse a flote hasta que, finalmente, se detuvo el bote salvavidas. Fue horas más tarde, antes de ser rescatados por el Carpathia". Rose recuerda al director del periódico armenio de Lraper llegar a la ciudad de Nueva York y pedir ver a Davit Vartanian para una entrevista. Cuando se le dijo que había dos Davit y que especificara a cuál buscaba, el periodista declaró: "Quiero a Davit Titanic", y así se le quedó el nombre. Recuerde, era 1912 y llegó el rumor a María, la joven esposa de Davit, del hundimiento del barco. ¿Qué había pasado con su Davit? Luego, en 1915, durante el genocidio armenio, Keghi estaba agitada. Los pueblos fueron diezmados, a la gente se las mataba o se las ponía en las caravanas de la muerte. Mientras tanto, Davit nunca renunció la búsqueda su María Byzar. Escribió cartas a los periódicos, a las iglesias y familiares. Pasaron los años. Finalmente, llegó una carta diciendo que María estaba viva. Él comenzó a enviarle dinero para su pasaje a Canadá. Rose dice: "En aquellos días, el dinero estaba en monedas de oro, así que mi madre lo había convertido en un collar". Cuando estaba lista para partir de la madre patria, los parientes convencieron a su madre para que dejara el collar con ellos porque, dijeron, que "adonde iba las calles están pavimentadas con oro". Lo que podría haber sido una maravillosa herencia de familia era ahora sólo una parte del rompecabezas que marcó la historia de amor inolvidable de Davit y María Vartanian. María vino a Canadá y un hombre armenio la llevó al pie del puente de las cataratas del Niágara. Él la acompañaría una parte del camino antes de que pudiera volverse, no debería voltear ni mirar atrás, sino seguir caminando, ya que no era ciudadana. Davit estaba esperándola en el lado estadounidense y corrió a su encuentro, para finalmente reunirse con su esposa después de 10 años, después de él sobreviviera el Titanic y ella, el genocidio. Dice Rose que "Eran gente hermosa. Papá la llevó a su casa a Meadeville. Estaba predestinado. Fue increíble que papá sobreviviera el hundimiento del Titanic y que se reunieran de nuevo después de tantos años para reanudar su matrimonio. Tengo que decirte esto, Betty. Cuando la mamá apareció en el puente del Niágara ella tenía un yorghan amarrada a su espalda, que fue traída desde la madre patria. Hace algunos años, hice lavar esas lanas y les hice otros yorghan para mis hijos Greg y Gary” Rose comentó: "Papá nunca mostró ningún interés en la natación. Él sólo quería mantenerse alejado del agua", añadió Greg. "La mitad inferior del cuerpo de mi abuelo tenía un tinte azulado de estar tanto tiempo en el agua fría y se mantuvo así, de esa manera". Maria y Davit ahora están “juntos por siempre” en el cementerio de Woodmere de Detroit bajo una lápida que dice "sobreviviente del Titanic". Una verdadera historia de amor. Publicado originalmente por armenianweekly.com/Traducido por SoyArmenio.com |
COMMENTS