La prisión de Malta Hace unos días, Egeman Bagis, ministro de Turquía a la Unión Europea, dijo que su país fue absuelto en 1919 en ...
![]() | |
|
Para ello, el ministro turco volvió a usar la tesis oficial de su gobierno es inocente, ya que tras finalizar la Primera Guerra Mundial, una corte británica investigó las alegaciones armenias entre 1919 y 1922 y como no encontraron evidencia alguna, tuvieron que liberar a 144 altos oficiales otomanos que había sido deportados a Malta para ser enjuiciados, lo que vendría a demostrar a las claras que Turquía, como país, fue absuelto de la acusación de haber realizado el "Genocidio Armenio".
Esta fantasía turca, que ha sido largamente documentada tergiversando conclusiones y documentos oficiales por el conocido negacionista y racista turco Ayhan Özer en su tesis "Cómo los archivos británicos y de EE.UU. reivindican a los turcos en las alegaciones armenias", huelga en malas interpretaciones y falacias históricas. Hace unos días Keith Micallef, en un artículo para el diario The Malta Independent trató sobre el tema y, un día después, en otro artículo para el mismo diario, volvió a hacerlo pero con las precisiones históricas y jurídicas del juez Giovanni Bonello, abogado e historiador maltés , quien se había comunicado con el periodista ante las “tontas” declaraciones del ministro turco, que ocultaban lo que realmente pasó en Malta.
A continuación el último artículo de Keith Micallef con las precisiones de Giovanni Bonello, quien presenta hechos históricos muy importantes para que los armenios sepan contrarrestar esos argumentos negacionista de Turquía y que el gobierno turco parece dispuesto a continuar usando para negar el negocio armenio.
Klaus Lange Hazarian
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El ministro de Turquía a la UE, el juez
Giovanni Bonello y el Genocidio Armenio - "La reclamación sobre el Juicio
de Malta es una tontería"
Por Keith Micallef
– The Malta Independent
El juez Giovanni Bonello desmintió la
afirmación hecha por Ministro de asuntos de la UE de Turquía, Egemen Bagis, de
que su país fue absuelto por la responsabilidad del genocidio armenio de 1915,
porque nunca algo así ocurrió en Malta
Aunque el ministro turco estaba en lo
cierto diciendo que más de 100 turcos fueron deportados a Malta por los
británicos en 1919 para ser acusado de crímenes de guerra, incluyendo el
genocidio armenio, la falta de pruebas concretas y de un marco jurídico
adecuado a la jurisdicción supranacional dio lugar a que los detenidos turcos fueran
repatriados y liberados a cambio de 22 prisioneros británicos en poder de
Mustafá Kemal (Ataturk).
Este capítulo importante pero aparentemente
olvidado de la historia colonial moderna, fue tratado por el juez Bonello en
uno de sus volúmenes de la serie de Historias de Malta, publicadas por
Fondazzjoni Patrimonju Malti.
Después de la historia publicada ayer por
este diario que citaba las observaciones formuladas por el Ministro turco de la
UE en relación al genocidio armenio y que tratara de "incidente", el
doctor Bonello llamó al periodico The Malta Independent para aclarar que esos
comentarios eran simplemente "una tontería". Bonello hizo además referencia
al volumen de nueve de la serie de Historias de Malta, que tiene dedicado un
capítulo especial dedicado a este controvertido tema titulado "Los juicios
de Malta y la cuestión turco-armenia".
Bonello explica que al terminar la Primera
Guerra Mundial no existían normas internacionales para la regulación de los
crímenes de guerra. Afirma que por una serie de coincidencias, la Primera
Guerra Mundial no terminó con que "Los juicios de Malta" dieran forma
a "Los juicios de Nuremberg" de la Segunda Guerra Mundial.
Él definió al vacío legal encontrado en
1919 como "una pesadilla legal, una terra ignota que por primera vez
desafiaba a las mentes legales a encontrar soluciones a los fenómenos
desconocidos anteriormente en la historia de la guerra y sus consecuencias".
Aunque los acontecimientos que ocurrieron en Malta en ese entonces sean muy prominentes
en las historias turcas, según el autor, siguen siendo totalmente desconocidos
o ignorados en la propia Malta.
De acuerdo con el Instituto de Política de
Relaciones Exteriores turco, tras el armisticio impuesto por los aliados el 30
de octubre 1918, Gran Bretaña nombró al almirante sir Somerset Arthur Gough-Calthorpe y al Contralmirante Richard Webb como Alto Comisionado y Alto
Comisionado Adjunto del derrotado poderío otomano.
El 2 de enero de 1919, Calthorpe solicitó a
las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores obtener el arresto y la
entrega de todos los responsables de las violaciones incesantes a los términos
del armisticio y de los continuos malos tratos a los armenios.
Calthorpe reunió a un equipo de dedicados
especialistas, entre ellos una notable irlandés anti-turco, Andrew Ryan, más
tarde Sir, quien en 1951 publicó sus memorias. En su nuevo papel como principal
Dragoman (intérprete oficial) de la Alta Comisión Británica y Segundo Oficial Político, se encontró
a cargo de la cuestión armenia. Fue una persona fundamental para la detención de un gran
número de los deportados a Malta.
Estos entraron ampliamente en tres
categorías: quienes contravenían los términos del armisticio, los que habían
maltratado prisioneros aliados de guerra y los responsables de los excesos
contra los armenios, tanto en Turquía como en el Cáucaso.
Calthorpe pidió una entrevista personal con
Reshid Pasha, Ministro de Relaciones Exteriores, para remarcarle cómo Gran
Bretaña consideraba el asunto armenio y el maltrato a los prisioneros de guerra
como lo "más importante" y que merecía "la máxima
atención".
Calthorpe pidió dos días más adelante
formalmente la detención de siete líderes del Comité de unión y progreso (CUP).
Mientras que entre 160 y 200 personas fueron arrestadas, otros 60 sospechosos
de participar en la masacre de armenios siguieron en libertad.
Calthorpe ya había puesto en marcha el
traslado de los prisioneros a Malta, o por lo menos 50 y 60 de ellos. Informó a
Lord Plumer, el gobernador de la isla, de la necesidad de usar a Malta como
centro de custodia fuera de Turquía. Para entonces, unos 40 de los sospechosos
más importantes estaban en manos de las autoridades en Malta sacados de cinco 'listas
negras' que habían sido elaboradas por la Sección armenia y griega de la Alta
Comisión Británica.
Es importante señalar que el gobierno
francés tenía en ese momento varias objeciones, incluyendo la extradición a
Malta de los detenidos turcos. A esos pasos, Francia insistía en que
"lejos de tener apariencia de justicia", se corría el riesgo de dejar
la impresión de venganza por los vencedores.
Llegan las primeras personas detenidas en
Malta
Mientras tanto, los acontecimientos
políticos en Turquía, sobre todo con el surgimiento de Mustafá Kemal (más
tarde, el carismático Ataturk) obligaron a los británicos a un cambio
apresurado de planes. El Almirante Webb tomó la decisión de trasladar a los
prisioneros a algún lugar más allá del alcance de los levantamientos populares
en Estambul, ya que no se podía descartar un ataque desenfrenado de la
muchedumbre contra Seriaskeriat y las prisiones de Bekir Aga, donde estaban
detenidos políticos en custodia.
Webb asumió la responsabilidad de no
informar al gobierno turco sus intenciones hasta después de que hubiera sido
realizada, basándose en algún pedido indocumentado de Ferid Pasha de que
deseaba que los detenidos fueran enviados a Malta.
67 detenidos fueron puestos a bordo de
"SS Princess Ena", de los cuales 12 eran dirigentes políticos y ex
ministros que iban a ser desembarcar en Mudros y 55 en Malta. Un adicional de
11 se unió a los deportados con rumbo a Malta. Estos habían sido detenidos a
raíz de los disturbios en Kars y no tenía ninguna relación con los crímenes de
guerra. Los exiliados terminaron en Salvatore, Polverista y los cuarteles
Verdala, desocupado un año antes por los prisioneros de guerra de las potencias
centrales.
La "SS Princess Ena" navegó la
noche del 28 de mayo de 1919. Los que estaban destinados a permanecer en Malta
eran 41 políticos, la mitad de los cuales habían sido considerados responsables
de las atrocidades de Armenia y la otra mitad "como medida preventiva de
guerra". Otros 14 oficiales sospechosos de tratamiento inadecuado de los
británicos prisioneros de guerra se unieron al contingente también.
Los detenidos posando con sus captores frente al cementerio |
El autor explica que en esta etapa comenzaron a
emerger las complicaciones legales. Ninguna ley existía para regular dicha materia. Los tribunales
militares británicos podrían tratar tres de los siete delitos (violación de los
términos del armisticio, obstaculizando su ejecución, y malos tratos a los
prisioneros de guerra británicos), pero sólo en los territorios ocupados, no en
Malta. Todos los demás delitos, incluidos los excesos contra los armenios,
asomaban legalmente a una tierra de nadie y se dejó su determinación de
conformidad con un tratado de paz en el futuro.
En la Conferencia de Paz de París, una base
jurídica, vaga y débil, de todos modos había sido establecida. En comparación
con la Carta de Nuremberg, era un fantasma de base jurídica.
Mientras tanto, más detenidos turcos fueron
deportados a Malta, elevando el número de los que aquí Vivian a más de 100. En
ese momento ya estaba claro que nadie sabía qué hacer exactamente con ellos y
estaba creciendo la percepción de que "podría ser muy difícil sostener los
cargos definitivos contra muchas de estas personas ante un tribunal
aliado".
Una nueva ola de detenciones se produjeron
tras el asalto de la Cámara de Diputados de Turquía por tropas británicas y 30
figuras políticas importantes fueron deportadas a Malta en el "HMS
Benbow", a donde llegaron el 21 de marzo de 1920. Más deportados de
Turquía cayeron a Malta y en noviembre de 1920 hubo un total de 144. Esto llevó
a Mustafá Kemal a ordenar la detención de 20 oficiales británicos en Anatolia,
que desempeñaría más adelante un papel principal en la decisión sobre los
detenidos turcos en Malta. Entre ellos se encontraba el coronel Rawlinson, un
pariente de Lord Curzon y hermano del Señor Rawlinson.
Después de un memorando secreto distribuido
por Winston Churchill, secretario de Estado de Guerra, el gabinete británico
decidió una revisión de la lista de detenidos por parte de la Procuraduría
General. Aquellos a los que no parecía
posible aplicarle procesos penales ordenó que "debían ser liberados en la primera
oportunidad conveniente".
En estas circunstancias, Lord Plumer se
encontró en Malta ante una pérdida completa de lineamientos a seguir. Escribió que los 115 presos turcos (los otros no eran técnicamente turcos o ya habían
sido puestos en libertad) pertenecían a las clases sociales más altas. Todos
habían invocado en voz alta el principio constitucional británico que debían
ser considerados inocentes y ser tratados como tal hasta que se les encontraran
culpables. Todos negaron los cargos, atribuyendo la desinformación maliciosa a
sus enemigos políticos, a los griegos, a los armenios y a la confusión de identidades.
Alegaron que todas sus peticiones, añadió Plumer, habían quedado sin respuestas
y que nunca se le había dado oportunidad de defenderse de las acusaciones. Hasta
solicitaron una lista de los cargos que se les imputaban, junto con un resumen
de la evidencia. Plumer terminó por apoyar todas estas peticiones.
Rumbold, por su parte, argumentó en contra
de ofrecerles asistencia legal a los presos, ya que tenía la esperanza de que
con el tiempo podrían ser acusados de las masacres y las deportaciones, o de
crueldad con los prisioneros de guerra.
La Corona contempla el intercambio de
prisioneros de guerra
En marzo de 1921, Lord Curzon Rumbold registra por escrito de
que la corona contempla un intercambio de prisioneros de guerra, ya que no
había ninguna razón para mantener en custodia a quienes no se les presentarían
cargos criminales. Inicialmente Rumbold sostuvo que al menos algunos de los
deportados en Malta debían ser conservados y procesados. Pero el 16 de marzo de
1921, el ministro turco de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Asuntos
Exteriores británico, firman un acuerdo en Londres.
A cambio de los 22 prisioneros británicos
en poder de Turquía, Gran Bretaña pondría en libertad a los 64 presos turcos de
Malta. Estaban excluidos los que se pretendían enjuiciar por presuntos delitos
de violación a las leyes y costumbres de guerra o por las masacres cometidas en
cualquier parte del Imperio Turco después de la guerra.
El nivel de pruebas disponibles contra estos
detenidos en Malta seguía siendo crucial. No se llevó a cabo ninguna recopilación
de evidencia a lo referente en Londres o en Malta y quedaron confiados a las
pruebas que podría producir el alto comisario inglés en Constantinopla.
Rumbold remitió la evidencia que él tenía y que creía podría ser usado para
procesar a cada uno de los 56 deportados. Pero eran inútiles como obvias, ya
que se basaban en la presunción del teorema de la culpa, que dice que los altos
oficiales del gobierno tenían que estar presumiblemente al tanto de lo que pasaba
a su alrededor y que, por lo tanto, consintieron las masacres. Las autoridades
británicas eran bien conscientes que lo que tenían como prueba, fallaría en
cualquier Tribunal Penal.
El Fiscal General puso claramente de
manifiesto su reticencia a elaborar cualquier disputa política y que en lo que
a él concernía, sólo ocho presos, acusados de maltratar a prisioneros de guerra
aliados, tenían alguna relevancia jurídica. Por razones desconocidas, las
autoridades británicas no consideraron nunca usar la evidencia de Malta, que
eran importantes e inquietantes documentos sobre las atrocidades armenias que
habían sido usadas para acusar y condenar a los prisioneros turcos por los
mismos tribunales militares turcos poco después del armisticio.
Puede que los británicos encontraran al
sistema continental de procedimiento penal usado en Turquía como repugnante ante
sus trayectorias en la justicia penal y decidieran ponerlo en duda y convinieran
no confiar en ellas. O, posiblemente, nunca el gobierno turco asintió entregar
los documentos incriminatorios utilizados por los tribunales militares.
Cualquiera sea la razón, con el advenimiento del poder de Ataturk, todos los
documentos en los que los tribunales militares turcos habían basado sus juicios
y condenas, se "perdieron". Convenientemente, añadirían los
historiadores armenios.
Cambio en el Inebolu en el Mar Negro el 31
de octubre 1921
A medida de que los obstáculos para un
juicio por una corte internacional se hicieron más evidente e insuperables, Sir
Lindsay Smith, juez de la Corte Suprema de Justicia dictaminó que "la única alternativa era, por lo tanto,
retenerlos sólo como rehenes y ponerlos en libertad por prisioneros
británicos".
Los negociadores, sin embargo, recibieron
instrucciones secretas de incluir sólo a 'los ocho' si se aseguraba la
liberación de todos los prisioneros británicos en poder de Mustafa Kemal. Por
su parte, el delegado del gobierno turco Hamid Bey, de la Media Luna Roja
Otomano, al negociar con los británicos dejó en claro que Turquía sólo
admitiría un trato si en el reparto se incluía a "los ocho".
Rumbold se reservó dar una respuesta antes
del 1 de octubre. Los enviados convinieron además el intercambio en un puerto de Anatolia. La
suerte cayó sobre Inebolu en el Mar Negro. Los prisioneros de ambas partes
podrían llegar al puerto el mismo día. Los ingleses, en esta etapa, estaban de
acuerdo en dejar ir a 'los ocho' sin condiciones.
Lord Plumer realizó en Malta arreglos para
la liberación de los 59 presos restantes y los embarcó en dos tandas, 17 en la
"RFA Montenol" y 42 en la "HMS Chrysanthemum". Llegaron a
Inebolu el 31 de octubre de 1921.
Vale la pena mencionar una nota final, que
es la declaración hecha por Lord Curzon al Parlamento y que el Dr. Bonello
descubriera en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Profundamente avergonzado por el
intercambio de los rehenes, Lord Curzon deja en acta que "Cuanto menos se
diga acerca de estas personas (los turcos liberados por el intercambio), mejor...
tuve que explicar (al Parlamento) por qué se liberó a los deportados turcos de
Malta, y patiné sobre el hielo fino tan
bien como pude... Está la firme creencia entre los miembros (del Parlamento)
que un prisionero británico vale un cargamento de turcos, siendo así el
intercambio excusado".
El Dr. Bonello concluye este capítulo en
particular resaltando el hecho de que la controversia sobre el Genocidio
Armenio perdura después de casi 100 años con perspectivas de una solución muy
pobre.
COMMENTS