El 24 de abril los armenios en particular, y el mundo en general conmemoran la masacre sistemática y la deportación de los armenios en e...
El 24 de abril los armenios en particular,
y el mundo en general conmemoran la masacre sistemática y la deportación de los
armenios en el Imperio Otomano. La fecha es un tanto arbitraria, coincidiendo
con una orden dada el 24 de abril de 1915 por las autoridades otomanas para
arrestar a unos 250 intelectuales armenios y líderes comunitarios, con la cual
se abrieron las puertas del infierno.
Sin duda, las marchas de la muerte forzadas
y los brutales asesinatos de masas provocaron la muerte de 1.500.000 armenios.
Esta pérdida insondable ha creado un enorme
vacío en la conciencia colectiva del pueblo armenio. En hebreo, la palabra
“Chalal” se utiliza para describir una “persona asesinada”, alguien que murió
de “muerte repentina, no natural”. “Chalal” también significa “espacio”, o
“vacío”, y esto es exactamente lo que todos los armenios sienten acerca de sus
antepasados asesinados. Todos y cada uno de los armenios siente un “vacío”,
que no puede describirse fácilmente con palabras.
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg
es única en el sentido de que destaca lo positivo en lugar de lo negativo.
Desde sus inicios, se ha centrado en los salvadores de víctimas de la Shoah,
arrojando luz sobre sus magníficas hazañas, revelando sus historias
desconocidas de heroísmo. Otras entidades se refieren a las atrocidades de los
nazis, lo cual está demás decir que es muy bueno, pero la Fundación Wallenberg
le dedica su misión a los salvadores, para dar a conocer sus historias y darles
las gracias por haber hecho una diferencia.
Dicho esto, es obvio que el pasado es de
cardinal importancia. Las almas de los 1.500.000 armenios que fueron masacrados a principios
del siglo pasado, están muy arraigadas en los corazones de todas las personas
de buena voluntad. Sus voces se pueden escuchar fuertes y claras.
Negar el mal es absurdo. Pero esto no es
una cuestión de semántica, o de la legislación. Una definición no los traerá de
vuelta a la vida y una ley no va a castigar a los autores.
Objetivos historiadores, juristas y
especialistas deben analizar los trágicos acontecimientos de 1915 de una manera
científica. Señalar con el dedo es un ejercicio inútil. Al igual que los
alemanes de hoy no tienen la culpa por los pecados de sus antepasados, no
debemos culpar a esta generación de turcos. Al mismo tiempo, ellos – los turcos
– no deben tener miedo de reconocer los errores del Imperio Otomano. Esto haría
un gran bien no sólo a los armenios, sino sobre todo a los propios turcos.
Por otra parte, la moderna República de
Turquía puede hacer mucho para mitigar el dolor del pueblo armenio. Para
empezar, Turquía debe abrir las fronteras con Armenia, que fueron cerradas de
manera unilateral por la primera, hace unos 18 años. Las naciones del mundo
también deberían involucrarse en un esfuerzo por revertir las circunstancias que
generan el odio y el rencor.
En cuanto a Armenia y a lo que concierne a
los armenios, convivir con el pasado sin una visión clara del futuro no tiene
sentido. La geografía ha creado un litoral de Armenia, mientras que su trágica
historia ha dado a luz a un pueblo sin salida al mar, esclavo de su pasado.
El muro virtual que separa Turquía y
Armenia debe ser demolido y reemplazado por millones de puentes.
Estos dos vecinos se merecen construir una
visión compartida de la paz, la convivencia y la prosperidad. Esta es la única
manera de comenzar a sanar las heridas y romper en pedazos la atmósfera
envenenada. Nuevas relaciones se establecerán de manera gradual, dando lugar a
una nueva y en común narrativa que reemplazará a casi 100 años de la desconfianza
y el odio. Las nuevas experiencias se convertirán en una nueva realidad digna
de ser vivida.
Siguiendo el legado y el ejemplo de Raoul
Wallenberg, nuestra fundación ha puesto en marcha una serie de iniciativas
dirigidas precisamente a la creación de puentes de comprensión, diálogo y
respeto mutuo entre los pueblos de Turquía y Armenia.
En primer lugar, hemos creado un concurso
literario para estudiantes universitarios de ambos países, que van a escribir
ensayos en torno al tema de la construcción de puentes entre los dos pueblos.
Por razones obvias, la participación de generaciones jóvenes es de suma
importancia.
Luego, la tarea continúa con otros
proyectos, que involucran a científicos, artistas y profesionales de ambas
naciones. Se sentarán juntos e intercambiarán opiniones.
Hablarán entre sí como hacen los buenos
vecinos.
Entonces, ¿cuál es el legado de las
víctimas del genocidio armenio? La respuesta es clara: “Acuérdense de nosotros,
pero no olviden a los vivos”!
Eduardo Eurnekian
Presidente
Baruj Tenembaum
Fundador
Publicado en Wallenberg
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