En los últimos días, el ejército Azerí ha violado en repetidas ocasiones de alto el fuego en la frontera con Armenia, así como la línea de...
En los últimos días, el ejército Azerí ha
violado en repetidas ocasiones de alto el fuego en la frontera con Armenia, así
como la línea de contacto con las fuerzas de Karabaj. Pro por vez primera, los azeríes
no se han limitado a abrir fuego contra posiciones militares. El 24 de abril,
abrieron fuego contra una ambulancia en la línea de contacto; y al día
siguiente, atacaron una escuela y un jardín de infantes en Doveg, un pueblo de
la provincia de Tavush, al norte de Armenia. Más tarde, el 27 de abril, dispararon
contra un automóvil perteneciente a un militar armenio en el camino hacia la
aldea de Aygepar, en Tavush, dejando a 3 soldados muertos como saldo.
El presidente Serge Sarkissian afirmó
inmediatamente de que Armenia tomaría represalia por las acciones de Azerbaiyán
y solicitó apoyo al Grupo de copresidentes de la OSCE, quienes se limitaron a brindar
una declaración general de no-aceptación de la violación de alto el fuego e
instando a la solución pacífica negociada del conflicto.
Pero lo que no trascendió a la prensa hasta
ayer a la tarde, es que el Ministerio de Defensa de Armenia, al informar sobre
la muerte de los 3 soldados al Representante Personal del Presidente en ejercicio
del Consejo del OSCE, el Embajador Andrzej Kasprzyk, es que los ataques azeríes
se dieron en el propio territorio de la república de Armenia, ya que la fuerza
de ataque azeríes invadió la frontera, abriendo fuego contra militares dentro
de Armenia.
Ese dato, al que no habían tenido acceso
antes los medios de comunicación armenios, cambió el panorama de la opinión
pública y esta mañana, en Ereván, hablaban de una provocación abierta a la
guerra.
Es claro que Azerbaiyán quiere una guerra y
que la provoca en cada oportunidad que tiene a mano: sabe que la impunidad
reina en las agresiones y que no hay castigo alguno, sobre todo cuando los organismos
internacionales tiene sus ojos puestos en la guerra civil de Siria y no
condenan la carrera armamentística que Israel y Rusia llevan adelante, vendiéndole
a Bakú armamento y pertrechos que saben será usado contra Armenia.
Por otra parte, con observar la dirección
que viene tomando Azerbaiyán desde hace
unos años, se ve a las claras que Azerbaiyán ya no cree que la diplomacia sea
parte de cualquier ecuación que calcule cómo solucionar el conflicto interracial
e interreligioso en torno a Artsaj. Basta recordar que en los últimos diez
años, Azerbaiyán se ha negado a trabajar en pro de una solución pacífica de la cuestión de Karabaj y
rechazó, abiertamente, los impulsos de los mediadores internacionales,
solicitando una y otra vez la expulsión de los armenios de Artsaj y que la ONU
y la OTAN le “restituyan” su integridad territorial.
Y por ahora, la situación mundial les ayuda. La región está preocupada por Siria
y por el ataque que Israel quiere llevar contra las instalaciones nucleares de Irán,
pero nadie ha criticado que Azerbaiyán haya alquilado bases militares
abandonadas de la época de URSS a los israelís para que puedan atacar Teherán
sin problemas, porque en el fondo, esperan que esto se concrete y logre que Irán
se envuelva en una lucha interna que privaría a Armenia de su principal aliado económico y de
su único vecino que no le ha cerrado las fronteras.
Ante este panorama, sólo nos queda mirar cómo
se desenvuelven los jugadores internacionales en las próximas semanas, sobre
todo la comunidad occidental, cada vez más interesada en la amistad que pudo
ofrecer el petróleo de Bakú y alejados del peligro que implica convivir con un
gobierno autoritario , racista y anti cristiano, como es el de Azerbaiyán.
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