Turquía se está posicionando como referente en el mundo musulmán mediterráneo. El paréntesis laicizador abierto por Kemal Atatürk en los a...
Turquía se está posicionando como referente en el mundo musulmán mediterráneo. El paréntesis laicizador abierto por Kemal Atatürk en los años veinte, con la supresión del Califato y del Sultanato, donde el islam suní se quedó sin referente mundial, intenta ahora cerrarse. El poder de Turquía se había extendido desde Argelia hasta los Balcanes incluyendo Palestina, Irak y Siria, y ahora con el regreso del elemento identitario religioso y con Europa en crisis, Turquía quiere ser un nuevo referente para todos estos países.
Las puertas europeas están cada vez más cerradas. La crisis económica, política e identitaria hace imposible la admisión de otro miembro que se presenta como una amenaza para estas tres dimensiones: un país pobre, tan poblado como Alemania, y musulmán. A su vez, Turquía está cada vez más desencantada de sus vecinos Occidentales. El reciente conflicto diplomático con Francia después de que este país declarara punible la negación del genocidio armenio (cuando en Turquía lo que es punible es su afirmación!!!) es un paso más en el distanciamiento.
Si hasta ahora, Turquía tenía interés por Europa principalmente por razones económicas y para afianzar la laicidad, dentro de unos años, si el desarrollo del país continúa con este ritmo, será Turquía quien no tendrá ya interés en entrar en el club europeo.
Con el regreso del islamismo, aunque moderado, y la subida de la extrema derecha europea, el país ha hecho una conversión hacia sus antiguos dominios. Y he aquí que con la revolución árabe y las nuevas democracias de Túnez y Egipto, estos países sólo tienen el modelo de Turquía para imitar.
Siria, bajo el régimen de Bashar al-Asad, sigue en la órbita de Irán. Por ello Turquía ha sido uno de los principales responsables para que la Liga Árabe condenara la represión del régimen. Con la caída de la dictadura se frenaría la influencia chií en la región y dejaría el campo libre a Turquía para posicionarse como árbitro en todos los conflictos. Su crítica a Israel y la suspensión de los acuerdos militares bilaterales están haciendo de Erdogan además un líder muy popular. Así pues: anti-israelismo, islamismo, y éxito económico son las bases de su éxito. La destitución de la antigua cúpula militar hace unos meses fue una inmensa manifestación de su poder.
Sin embargo, el país tiene temas pendientes de gran importancia: el tabú de la cuestión armenia, y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en el país (¡ni para esto ha servido el “diálogo de civilizaciones” del tándem Erdogan-Zapatero!).
Publicado originalmente en cristianisme i justicia
Las puertas europeas están cada vez más cerradas. La crisis económica, política e identitaria hace imposible la admisión de otro miembro que se presenta como una amenaza para estas tres dimensiones: un país pobre, tan poblado como Alemania, y musulmán. A su vez, Turquía está cada vez más desencantada de sus vecinos Occidentales. El reciente conflicto diplomático con Francia después de que este país declarara punible la negación del genocidio armenio (cuando en Turquía lo que es punible es su afirmación!!!) es un paso más en el distanciamiento.
Si hasta ahora, Turquía tenía interés por Europa principalmente por razones económicas y para afianzar la laicidad, dentro de unos años, si el desarrollo del país continúa con este ritmo, será Turquía quien no tendrá ya interés en entrar en el club europeo.
Con el regreso del islamismo, aunque moderado, y la subida de la extrema derecha europea, el país ha hecho una conversión hacia sus antiguos dominios. Y he aquí que con la revolución árabe y las nuevas democracias de Túnez y Egipto, estos países sólo tienen el modelo de Turquía para imitar.
Siria, bajo el régimen de Bashar al-Asad, sigue en la órbita de Irán. Por ello Turquía ha sido uno de los principales responsables para que la Liga Árabe condenara la represión del régimen. Con la caída de la dictadura se frenaría la influencia chií en la región y dejaría el campo libre a Turquía para posicionarse como árbitro en todos los conflictos. Su crítica a Israel y la suspensión de los acuerdos militares bilaterales están haciendo de Erdogan además un líder muy popular. Así pues: anti-israelismo, islamismo, y éxito económico son las bases de su éxito. La destitución de la antigua cúpula militar hace unos meses fue una inmensa manifestación de su poder.
Sin embargo, el país tiene temas pendientes de gran importancia: el tabú de la cuestión armenia, y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en el país (¡ni para esto ha servido el “diálogo de civilizaciones” del tándem Erdogan-Zapatero!).
Publicado originalmente en cristianisme i justicia
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