Muchos de los 2,5 millones de cristianos de Siria están apoyando al cuestionado Jefe de Estado en medio de las continuas protestas en e...
Muchos de los 2,5 millones de cristianos de
Siria están apoyando al cuestionado Jefe de Estado en medio de las continuas
protestas en el país. Prefieren un dictador brutal que garantiza los derechos
de las minorías religiosas al incierto futuro que la partida de Al-Assad
acarrearía. Y el Mandatario está explotando sus temores a los islamistas.
La rebelión en su contra llevaba sólo unos
pocos días cuando el dictador sirio Bashar Al-Assad convocó a los líderes
cristianos de su país al palacio presidencial en el noroeste de Damasco.
El Patriarca ortodoxo sirio Ignatius
concurrió. Tiene 78 años y está críticamente enfermo, pero sigue siendo una
figura poderosa. También estuvieron presentes obispos y arzobispos
representantes de católicos, armenios, arameos y asirios.
En total, eran una docena de líderes
religiosos que representan alrededor de 2,5 millones de cristianos sirios.
El mensaje que recibieron de su Jefe de
Estado fue corto y simple: o me apoyan o vuestras iglesias arderán.
Parecía que Al-Assad, él mismo un miembro
de los alauitas, una rama del Islam chiíta, no quería asumir que los cristianos
de Siria siguieran distantes de la política. Sintiendo que no sólo su
autoridad, sino quizá su sobrevivencia misma, estaba en juego, recurrió a los
mismos medios que su padre, Hafez Assad, utilizó alguna vez para conservar el
poder: presión y violencia.
NACIÓN AISLADA
Hoy en día la Liga Árabe ha suspendido la membrecía
de Siria, aislando internacionalmente al país. Damasco no cumplió la fecha
límite del 25 de noviembre para que Al-Assad ponga fin al derramamiento de
sangre y permita el ingreso al país de una comisión de observadores.
La Liga ha autorizado una breve prórroga,
pero el 27 de noviembre impuso al país duras sanciones económicas. El 30 de
noviembre, Turquía aplicó también a Siria sus propias sanciones económicas.
La comunidad internacional lo acusa de
haber matado 4.000 personas -cifras conservadoras según la ONU- desde marzo.
Hay informes de torturas, ejecuciones de individuos desarmados y ejecuciones en
masa de desertores del Ejército.
Pero nada de esto ha disuadido a los
opositores. Precarios videos en la Internet muestran a miles que siguen
marchando por las calles de Homs, Hama, Daraa y Damasco, cantando “¡Abajo
Bashar!”.
NO SER SACRIFICADOS
Mientras, los vecindarios y pueblos
cristianos se han mantenido en gran parte tranquilos, sin grandes
manifestaciones y pocas consignas o grafiti críticos del régimen.
“El Presidente Al-Assad es un hombre muy
culto”, dice Gregorios Elías Tabé, de 70, el arzobispo católico sirio de
Damasco.
Califica a los medios de mentirosos y dice
que los manifestantes no son más que terroristas. Todos los domingos predica en
la Capilla de San Pablo en el borde nororiental de la ciudad vieja de Damasco,
cuyo nombre deriva del Apóstol Pablo, de quien se dice que escapó de esta
ciudad hace 2.000 años.
Las congregaciones cristianas de Siria se
encuentran entre las más antiguas del mundo y al arzobispo le gustaría que
ellas sigan existiendo por muchos años más; lo que le da una razón para tomar
partido por Al-Assad.
“Somos una nación de 23 millones de
personas”, dice Tabé, “y ninguna ley podrá nunca satisfacer a todos. Eso es
cierto en todo país: siempre hay un 10% sacrificado”. Es una situación que él
puede aceptar, en la medida en que los cristianos no sean el segmento de la
población sacrificado.
PROTECCIÓN Y ALTOS CARGOS
Desde la perspectiva del arzobispo, es
posible vivir bien en Siria. El Presidente garantiza los derechos de las
minorías religiosas, a los cristianos se les permite practicar libremente su fe
y las iglesias están protegidas.
Al-Assad entrega generalmente importantes
puestos en el Gobierno y el Ejército a miembros de su propio grupo, los
alauitas, pero los cristianos también ocupan una cantidad de altos cargos en
instituciones importantes como la guardia presidencial y los servicios de
inteligencia.
El jefe del Banco Central del país es un
cristiano, como también lo es el nuevo ministro de Defensa. Muchos cristianos
pertenecen a las filas de los privilegiados del sistema y pocos se han atrevido
todavía a unirse a la oposición.
El Presidente no sólo permite la influencia
cristiana, sino que alienta también sus más grandes temores: los islamistas, la
ley de la Sharia y la perspectiva de iglesias incendiadas.
Los obispos probablemente preferirían a un
dictador brutal que les permite rezar en paz a la Hermandad Musulmana islamista,
que exigiría compartir el poder en una Siria sin Al-Assad.
REUNIÉNDOSE EN SECRETO
Pero hay también cristianos jóvenes que
están organizando la resistencia en Bab Sharqi, un distrito de la ciudad vieja
de Damasco donde se alza la iglesia del arzobispo Gregorios.
Los activistas tienen todos entre 20 y 29
años de edad y en su mayoría son estudiantes. Se reúnen en lugares secretos y
se comunican por email y teléfonos satelitales. Por el momento sus filas son
modestas.
Por ejemplo, unas tres docenas de personas
se reunieron recientemente frente a la Iglesia de María, a sólo 300 metros de
la Capilla de San Pablo, donde el arzobispo Gregorios predica sobre su tema
favorito, la moral cristiana. En pocos minutos, matones armados con garrotes
irrumpieron en la manifestación y la disolvieron.
En Damasco hay quizá sólo unos pocos
cientos de cristianos activos. Hasta ahora, el apoyo al grupo proviene
principalmente de cristianos exiliados que han formado grupos de oposición en
Estados Unidos y Gran Bretaña.
Trabajando en conjunto con el Consejo
Nacional Sirio, el más importante grupo opositor, estos activistas buscan
aumentar la presión sobre Occidente. Su primera opción será una intervención
según el modelo aplicado por la OTAN en Libia.
No ven ninguna posibilidad de éxito sin un
apoyo militar y no pueden entender por qué Washington, París, Londres y Berlín
se oponen tanto a la idea.
Interrogado sobre una posible intervención,
el arzobispo Gregorios se ríe fuerte y largo. Dice que, como cristiano, no cree
en el poder de las armas, sólo en la paz y en la democracia. Al parecer, cree
también en el Presidente Al-Assad.
armenia deve apoyar militantemente a siria contra los terroristas islamistas turkos
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