"Francia no ve a Turquía en la Unión Europea". El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tuvo como siempre el don de la claridad. D...
"Francia no ve a Turquía en la Unión Europea". El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tuvo como siempre el don de la claridad. De viaje en Armenia, aseguró que "ubicado en Asia Menor, Turquía tiene un rol importante en el mundo y es un puente entre Oriente y Occidente. Pero este rol está fuera de la UE". Alabó el "éxito" de Turquía ―poco afectado por la crisis, alcanzó un crecimiento del 8% en 2010―, pero reiteró que sus ideas sobre el acceso al club europeo "no han cambiado ni hay motivo para que cambien".
A esto, Ankara ni se molestó en responder. Pero dos
ministros saltaron a la palestra cuando Sarkozy sacó a relucir el tema más
espinoso del Cáucaso, rico en enemistades: "El genocidio armenio es una
realidad histórica. Turquía, que es un gran país, se honraría si revisara su
Historia". No lo dejó en un consejo teórico: "El negacionismo no es aceptable.
Si Turquía mirara a la cara a su Historia, con sus luces y sus sombras,
reconocer el genocidio será suficiente. Si no lo hace, sin duda hay que ir más
lejos". Alusión a una posible ley francesa que castigaría negar la
calificación de "genocidio" a las masacres de la población civil
armenia en 1915, cometidas por las tropas otomanas y que costaron la vida a 1,5
millones de personas.
La respuesta fue contundente. "Quienes no con capaces
de afrontar su propia Historia por sus siglos de colonialismo, por tratar a los
extranjeros como personas de segunda clase, no tienen derecho de darle una
lección de Historia a Turquía", comentó Ahmet Davutoglu, ministro de
Exteriores turco. Su colega de Asuntos Europeos, Egemen Bagis, añadió un golpe:
Sarkozy debería abandonar "el rol de historiador y concentrarse en sacar
su país de las turbulencias económico en los que se halla", además de
"hacer planes para el futuro de la Unión Europea".
Turquía reconoce la tragedia armenia, pero como meros
excesos en la guerra entre las tropas otomanas con el imperio zarista, en la
que las milicias armenias se pusieron de parte de Rusia. Tampoco tiene que
temer la ley a la que alude el presidente: el Senado francés ya la rechazó en
mayo, con los votos del propio partido de Sarkozy. Davutoglu habló de "electoralismo":
en abril, Francia irá a las presidenciales y la comunidad franco-armenia bien
puede influir el resultado.Sarkozy había llegado el jueves a Erevan, la capital
armenia, y el viernes continuó para unas horas a Bakú, donde se entrevistó con
el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
"Hay que asumir el riesgo de la paz", pidió a
ambos bandos, en referencia al conflicto de Nagorno Karabaj, territorio azerí
bajo control armenio, en el que en las últimas semanas se ha producido un
constante goteo de muertos.
La misma tarde, del viernes, Sarkozy voló a Tiflis, la
capital de Georgia, que lo recibió con aclamaciones como "protector"
ante Rusia y garante del alto el fuego de 2008, que puso fin a la guerra con
las regiones independentistas de Abjazia y Osetia del Sur. No ahorró en artillería
verbal: "La Unión Soviética ya no existe, ni hay esferas de influencia
política que deban sucederle. Georgia tiene derecho a elegir libremente a sus
amigos y alianzas", en alusión a su proceso de integración en la OTAN.
Queda por ver que dirá Moscú.
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