Ponemos a disposición de los lectores, las memorias del general venezolano Rafael de Nogales Méndez, que sirvió voluntariamente en el Imper...
Ponemos a disposición de los lectores, las memorias del general venezolano Rafael de Nogales Méndez, que sirvió voluntariamente en el Imperio Otomano durante el genocidio armenio.
Rafael Inchauspe Méndez, conocido como Rafael de Nogales Méndez (San Cristóbal, Estado Táchira, 14 de octubre de 1879 – Ciudad de Panamá, 10 de julio de 1936) fue un militar, mercenario y escritor venezolano.
Se educó en Alemania, Bélgica y España, y hablaba con fluidez el alemán, francés e italiano. Intervino en numerosos conflictos bélicos desde finales del siglo XIX: en 1898 en la guerra entre España y Estados Unidos; en 1902 en la Revolución Libertadora de Venezuela; en 1904 en la guerra chino-japonesa. Regresó a Venezuela en 1908, tras el golpe de estado de Juan Vicente Gómez que derrocó a Cipriano Castro. No obstante, volvió a exiliarse a causa de su enemistad con el nuevo presidente.
Al estallar la Primera Guerra Mundial se alistó en el ejército otomano y alcanzó el rango de bey. Combatió en las filas turcas durante toda la Primera Guerra Mundial, si bien pidió ser relevado de su gendarmería durante el Sitio de Van por compasión ante la masacre de insurgentes armenios. Llegó a obtener la Cruz de Hierro de Primera Clase de manos del káiser Guillermo I así como el sable de Mejishovon y la estrella de Mechedieh.
En California se unió a las fuerzas del revolucionario mexicano Ricardo Flores Magón, y cuando su rebelión termina vuelve a Venezuela que está bajo el gobierno de Juan Vicente Gómez, siendo gobernador de Apure se alza en armas contra Gómez, pero es derrotado y nuevamente se tiene que ir del país.
Sus comentarios acerca de las atrocidades cometidas contra los armenios por el Imperio otomano, contenidos en el libro Cuatro años bajo la Media Luna, constituyen uno de los testimonios occidentales acerca del genocidio armenio.
En la dedicatoria de Cuatro años bajo la Media Luna, Nogales indica: “Esta modesta obra, escrita con la tosca pluma de un soldado, la dedico respetuosamente a la memoria de mis compatriotas latinoamericanos, desde México hasta la Argentina, que durante la Guerra Magna supieron combatir y morir con gloria para mantener en alto la tradición guerrera de nuestra raza”.
Entre sus memorias, figura esta parte:
"Aquel día, o sea el 25 de junio, fue también la fecha en que Dyevded Bey hizo ahorcar a Kakighián Effendi juntamente con doscientos armenios más de nota en Bitlis, después de haberles arrancado, a guisa de empréstito forzoso, la suma de cinco mil libras oro, que luego se repartieron entre él y Halil. Y no satisfecho aún con semejante crimen, mandó conducir a todos los armenios varones de dicha ciudad, en grupos de cincuenta, hasta un lugar solitario en las vecinas montañas, donde los hizo asesinar y sepultar en fosas excavadas por ellos mismos. Los únicos a quienes dejó con vida fueron una docena o dos de artesanos, porque le hacían falta en los talleres militares.Las mujeres jóvenes fueron repartidas entre la canalla, al paso que las ancianas, deportadas junto con los niños menores de doce años.De ese modo perecieron en un solo día cerca de quince mil armenios en la ciudad de Bitlis y sus alrededores.Hablando de esa matanza decía en su carta del 23 de junio (1915) cierta señorita extranjera, residente en Bitlis, entre otras cosas lo siguiente: “Después del 138 encarcelamiento de los armenios, comenzaron los turcos a deportar las mujeres. Al ver aquello, fui donde el Gobernador para suplicarle, se compadeciese de ellas.Pero me contestó que no podía, aunque quisiera alterar dicha orden, por habérsela trasmitido el mismo Halil Bey”, y añade que al dirigirse a Halil, éste ni siquiera contestó a su carta.Tengo motivos fundados para suponer que aquella señora fue la Schwester Martha, de quien he hablado ya en capítulos anteriores.Los pocos armenios que lograron escapar a la matanza de Bitlis, fueron a refugiarse entre sus connacionales en el distrito de Mush, y en parte también entre los refugiados de Slivan y de Bisherik, que al verse acosados por los kurdos de Belek, Békran y de Shego, se fueron retirando paso a paso hacia la sierra fragosa y bravía del Sasoún y del Monte Antok, que avanza como la primera atalaya del sistema montañoso del Antetáuro sobre las tostadas llanuras de Diarbekir.Aquellos refugiados, de ojos al par tristes y fieros, cuyo número podía ascender a unos treinta mil entre hombres, niños y mujeres, fuéronse batiendo en retirada, hasta que, acosados sobre las crestas de plata de los volcanes y los picachos que coronan aquella oscura y pujante serranía, acabaron por arrojarse, con la espalda vuelta hacia el vacío, al fondo de los precipicios, para no caer en manos de los kurdos y los voluntarios del gobernador Dyevded Bey, quien, a causa de su patriotismo, fanatismo o instintos sanguinarios, llámese como se quiera, había acabado por convertirse en el ángel exterminador de los armenios en las provincias orientales y en dócil instrumento de Halil Bey, que le manejaba a su antojo para vengarse de los cristianos, por la ayuda moral y material que éstos habían prestado a los rusos durante la batalla de Dilman y la conquista subsecuente de la provincia de Van".
Aquí puede acceder a un articulo sobre su vida.
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