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Entre las tradiciones populares armenias de mayor vigencia,
figuran las relacionadas con el agradecimiento al Creador por el éxito del
trabajo fecundo que se materializa en los frutos de una cosecha abundante. Estos sentimientos de gratitud extrema toman cuerpo
en una ceremonia de Acción de Gracias por la cosecha que se denomina
Jaghoghornék , es decir “Bendición de las Uvas”, que se realiza todos los años
a mediados del mes de agosto.
Esta ceremonia se lleva a cabo el día de la Ascensión de la
Virgen María, después de la Santa Misa.
En la ocasión, los feligreses traen como ofrenda los primeros frutos de
la vid para ser bendecidos. Es bien sabido que en Armenia desde tiempos
inmemoriales, incluso antes de la adopción del Cristianismo, era costumbre del
pueblo ofrendar los primeros frutos de la cosecha a los templos, como muestra
de profunda gratitud.
En la Armenia antigua, esto se llevaba a cabo en la primera
semana del Año Nuevo, que, según el calendario antiguo, correspondía
aproximadamente a la semana en que se realiza la ceremonia de la Bendición de
las Uvas en la actualidad. En aquellas épocas, la festividad de Año Nuevo o
Navasárt era el máximo acontecimiento del año; cientos de miles de personas se
concentraban en los grandes centros religiosos del país junto con los nobles,
los jefes militares, los sacerdotes y el mismísimo rey, quien presidía la
celebración.
La celebración de Navasárt
se prolongaba por espacio de 7 días consecutivos e incluía música,
cantos, danzas, representaciones teatrales, prácticas militares, competencias
deportivas, ceremonias religiosas y, como ya hemos mencionado, la ofrenda de
los primeros frutos.
Esta tradición milenaria ha sido mantenida por la Iglesia
Armenia y se ha desarrollado hasta tomar la forma de la ceremonia actual. No
olvidemos que las antiguas festividades paganas fueron reemplazadas por sus
similares cristianas, en muchos casos sin cambiar las fechas, de la misma
manera que se construyeron iglesias y catedrales sobre los templos paganos
destruidos.
Sin embargo, la variedad múltiple de frutos de la cosecha se ha
reducido a solamente una: la uva. Esto tiene, evidentemente una justificación
de índole práctica; además, la elección de la uva y no otro fruto obedecen a
las connotaciones simbólicas que vinculan este fruto con las enseñanzas
bíblicas. Cristo frecuentemente se comparaba a sí mismo con el árbol de la vid;
además, durante la Última Cena, donde nació el Sacramento de la Comunión, el
vino que era el producto de la elaboración de la uva fue proclamado por Jesús:
“Esta es mi sangre”. Lógicamente, estas razones llevaron a dar preferencia a
este fruto que además se convirtió en un motivo típico del arte decorativo
tradicional. Hasta un pasado reciente y allí donde era posible, la Bendición de
las Uvas se realizaba en medio de los viñedos. El sacerdote tomaba en su mano
izquierda la cruz y en la derecha las tijeras; se formaba una procesión y los
participantes se adentraban en los viñedos cantando el himno-sharagán Arevélk
kerarpín... Una vez en el sitio elegido se procedía a la ceremonia.
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Durante la Ceremonia de Bendición de las Uvas |
Es importante tener en cuenta que las uvas bendecidas se
reparten a todos los presentes, quienes las llevan a sus hogares y las
comparten con aquellos que por algún motivo no han participado de la ceremonia.
También era costumbre separar una parte para los pájaros; con esa finalidad se
colocaban pequeños racimos en lugares altos, o sobre los monumentos jachkár, o
cerca de una fuente de agua.
Con la consumición de estas primeras uvas concluye una de
las restricciones alimentarias de los armenios, según la cual no se puede comer
uvas antes de la ceremonia del Jaghoghornék.
Sergio Kniasian
Es profesor y docente Historia y Cultura Armenia en el Colegio San Gregorio, especialista en las tradiciones, costumbres y
leyendas armenias.
Fundador en 1993 y Director del Conjunto de Danzas Folklóricas MASÍS, que auspicia el Arzobispado de la Iglesia Apostólica Armenia de la República Argentina
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