La Historia suele gastar bromas que frecuentemente resultan bastante cínicas. El Tratado ruso-británico, suscrito en el lejano 1921, ...
La Historia suele gastar bromas que frecuentemente resultan
bastante cínicas.
El Tratado ruso-británico, suscrito en el lejano 1921, veinte años después, permitió a la Unión
Soviética junto con las tropas inglesas ocupar Irán. Hace 70 años, el 25 de
agosto de 1941 comenzó la operación anglo-soviética (luego a la misma se
adhirió EEUU) “Rostro” para ocupar el territorio iraní.
Según afirman algunos historiadores, este episodio histórico
del siglo XX, que ahora apenas se recuerda, tuvo mucha influencia para el
mundo.
Para muchos, fue precisamente en Irán donde se plantó las
primeras semillas de la Guerra Fría, mucho antes del célebre discurso
pronunciado en Fulton por el primer ministro británico Winston Churchill.
Motivo y pretextos
La necesidad de proteger los yacimientos petrolíferos
iraníes de las tropas de Alemania y sus satélites, así como de garantizar la
seguridad de transporte de cargamentos a la URSS por el denominado corredor sur
de acuerdo la Ley de Préstamo y Arriendo fue el pretexto formal para la entrada
de las tropas aliadas en Irán.
Fueron argumentos de peso, pero en realidad lo que más
preocupaba a los aliados era la orientación evidentemente proalemana del
régimen del sha Reza Pehlevi, y la posibilidad de que Irán pudiera pasar a ser
uno de los países del Eje.
No es de sorprender entonces que Moscú y Londres empezaran a
analizar la posibilidad de enviar las tropas aliadas a Irán inmediatamente
después de la agresión alemana contra la URSS, en julio de 1941.
Moscú y Londres confirmaron sus sospechas después de que
Reza Pehlevi declinara la solicitud de la URSS y Gran Bretaña de emplazar sus
tropas en Irán.
Se desconocen los motivos jurídicos de Londres para lanzar
la Operación “Rostro” (creo que ni siquiera trató de explicarlos); Gran Bretaña
era una de las partes beligerantes en la II Guerra Mundial, lo que de por sí y
era una razón suficiente.
En cambio, el gobierno soviético argumentó su participación
alegando el artículo 6 del Tratado suscrito por la URSS e Irán en 1921 y
vigente en aquella época.
El artículo en cuestión establecía que la Unión Soviética
tenía el derecho de introducir tropas en el territorio iraní en caso amenaza
militar en sus fronteras sur, ejemplo patente de las contradicciones que pueden
ocurrir en la Historia.
El Tratado de 1921 convino a ambas partes y respondió al
deseo tanto de Moscú como de Teherán de expulsar a los británicos del suelo
iraní. Desde luego que el artículo 6 estipulaba una evidente ventaja política a
la Rusia soviética, y a cambio, Moscú dio a Teherán importantes concesiones.
En primer lugar, entregó a las autoridades iraníes activos y
propiedades de Rusia en Irán (ferrocarril, banco, puerto en el mar Caspio,
buques, líneas cablegráficas) y, segundo, entregó varias islas en el Caspio.
Pasados veinte años, este tratado, marcadamente
antibritánico, fue aprovechado por la URSS para ocupar Irán junto con
Inglaterra.
La fase militar no duró mucho y concluyó el 17 de septiembre
de 1941. La resistencia de los iraníes fue mínima, por lo cual los aliados no
sufrieron fuertes bajas. Poco después de la entrada de las tropas aliadas, el
régimen del sha Reza Pehlevi cayó. Como consecuencia, se formó un nuevo
gabinete de ministros cuyo jefe, Ali-Forbgi, ordenó poner fin a la resistencia.
El 8 de septiembre de 1941, los aliados firmaron un acuerdo
que establecía el emplazamiento de las tropas aliadas en el territorio de Irán.
Las unidades británicas ocuparon la parte sur, y las
soviéticas, el norte, lo que le convenía perfectamente a Moscú. La ocupación de
la parte norteña de Irán le ofrecía al Kremlin la posibilidad de controlar las
acciones de Turquía, de un lado, y crear allí una región de hecho autónoma,
poblada mayoritariamente por
azerbaiyanos.
De inmediato esta región entabló contactos y empezó a
cooperar enérgicamente con la República soviética socialista de Azerbaiyán que
entonces formaba parte de la URSS.
Ley de Préstamo y Arriendo y la Conferencia de Teherán
La ocupación de Irán permitió establecer un corredor de
transporte seguro para los suministros en el marco de la Ley de Préstamo y
Arriendo. Quiso el azar que la ruta del norte, a través del Atlántico Norte, se
evoque con mayor frecuencia, porque allí cada kilogramo de cargamento costó
mucha sangre tanto a los soviéticos como a nuestros aliados.
Pero el mayor porcentaje de los suministros se efectuó a
través del Lejano Oriente, luego, a través de Irán (para organizar el corredor
de transporte, EEUU e Inglaterra invirtieron cuantiosos recursos en la creación
de una infraestructura necesaria en Irán). Y la tercera en importancia fue la
ruta del norte con los puntos de destino en Murmansk y Arjánguelsk (al noroeste
y norte de la URSS, correspondientemente). Y, por último, en diversos períodos
de la guerra una pequeña parte del auxilio llegó a la URSS a través del Mar
Negro e incluso a través del Ártico.
Sin la operación “Rostro” no se habría convocado la
Conferencia de Teherán en 1943, la primera reunión de la Gran Troika –Stalin,
Churchill y Rosevelt- durante la Segunda Guerra Mundial. Desde luego, si los
aliados no hubieran ocupado Irán, la reunión se habría celebrado en algún otro
sitio.
Conviene tener presente cuán difícil fue (por razones de
seguridad) para la Troika consensuar el lugar de la reunión. Y por aquellas
fechas el tiempo apremiaba. La URSS lo sentía con especial agudeza. De modo que
Teherán vino muy al caso.
Justamente aquella conferencia permitió acordar las fechas
exactas de la apertura del Segundo Frente y muchos otros asuntos de
trascendencia histórica.
¿La Guerra Fría se inició en Irán?
Pueda que precisamente Irán fue el punto de referencia de la
Guerra Fría. El inicio de esta confrontación se la suele atribuir al discurso
que Winston Churchill pronunció en Fulton, estado de Missouri, pero es un punto
de partida bien dudoso.
En todo caso, si nos referimos al Occidente, lo que le causó
impacto no fue el discurso de Churchill sino una reacción muy rígida de Stalin.
En Rusia lo mencionan muy raras veces.
En efecto, allí en Fulton, Churchill habló en un tono
trágico, parecido al de Shakespeare, de la situación internacional, acusando al
ex aliado de pretender al dominio mundial: “Una sombra cayó sobre el escenario,
no hace tanto todavía iluminado por la victoria de los aliados”.
Ello no obstante, la frase “Una sombra cayó sobre el
escenario” que cuajaba perfectamente con el estilo literario de Shakespeare,
dio al público la impresión tan sólo de un sainete propagandístico. Sólo
después el discurso de Fulton fue calificado de doctrina política y el primer
ministro británico, promotor intelectual de la Guerra Fría.
La respuesta de Stalin fue más dura, más enérgica y de hecho
eliminó toda posibilidad de continuar el diálogo.
En la entrevista al periódico “Pravda” Stalin calificó a
Churchill y sus amigos de EEUU de incendiarios de una nueva guerra y comparó a
los antiguos aliados con los nazis.
En opinión de muchos
analistas, la reacción tan enérgica de Stalin causó en el Occidente un impacto
mucho más fuerte que los “escarceos político-literarios” de Churchill.
No obstante, a pesar de todo su peso político, ni siquiera
Stalin y Churchill pudieron de una tajo crear en el mundo una situación
conceptualmente nueva.
La transición hacia la Guerra Fría no ocurrió de la noche a
la mañana, fue todo un proceso. El
antiguo sha iraní Mohammad Reza Pehlevi, por ejemplo, estaba convencido de que
la Guerra Fría comenzó antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial. “La
Guerra Fría de hecho se inició en Irán”, escribió el monarca en sus memorias.
Y en parte tiene razón.
Justamente en Irán, cuando la guerra ya tocaba a su fin,
entre los aliados afloraron serias discrepancias, pues todos querían
establecerse en esta región rica en petróleo. Durante todo el período de la
permanencia de las tropas aliadas, en este país trabajaron geólogos soviéticos,
así como especialistas de las compañías petroleras Shell (Gran Bretaña),
Standard vacuum ? Sinclair Oil (EEUU).
La crisis iraní de los años 1945–1946 mostró que los tiempos
de postguerra podrían ser nada fáciles. Era evidente asimismo que sólo
Washington y Londres sacarían partida de la retirada de las tropas soviéticas,
británicas y estadounidenses de Irán. Los dirigentes iraníes de entonces se
orientaban precisamente a la Gran Bretaña y EEUU.
Las presiones de los iraníes y los aliados sobre el Kremlin
se incrementaban de día en día. Al fin y al cabo, para no agravar las
relaciones con los aliados, Stalin tomó la decisión de retirar las tropas
soviéticas.
La crisis fue arreglada, pero no a favor de Moscú. Tan
pronto el último soldado soviético abandonó el territorio iraní, las
autoridades de Teherán rompieron todos los acuerdos anteriores con Moscú: tanto
el acceso de la URSS a los campos petrolíferos iraníes, como la concesión de
autonomía a la región de Irán, poblada mayoritariamente por los azerbaiyanos.
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